Firma Invitada: Mercedes Ruiz
«Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo»
(Miguel de Cervantes)
Hace muchas temporadas que me enganché a “Anatomía de Grey”, los fines de semana me sorprendo a mí misma zapeando por todos los canales intentando encontrar el enésimo replay de da igual qué temporada. Y no solo por las enrevesadas tramas sentimentales de todos sus protagonistas (que merecen un recreo aparte) sino por las reflexiones que se hacen tanto al inicio como al final de cada capítulo.
Todos hemos vivido situaciones difíciles en nuestras vidas, sobre todo llegando a ciertas edades, y si no son límite, son experiencias cotidianas que pueden marcarnos para siempre. Meredith Grey es la voz en off que nos hace reflexionar, sobre los errores humanos y divinos, y sobre la importancia de lo inesperado, sobre el valor de las palabras. Al hilo de un breve monólogo sobre la importancia de las palabras que decimos y sobre todo de las que callamos, recordé una frase que leí hace tiempo : “Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente. Las palabras hieren o curan a una persona”.
A veces es complicado encontrar la palabra adecuada que nos permita decir lo que queremos sin hacer daño a los demás, pero a veces es más complicado entender el silencio, la ausencia de palabras. Si callamos no somos honestos, si callamos no damos opción a otra persona a que pueda responder, si callamos demostramos cobardía. Debemos hablar mientras los demás puedan oírnos, debemos afrontar una realidad y enfrentarnos a ella por dura que sea, porque hay cosas que no podemos guardar, porque al final todo sale a la luz, y esa luz puede ensombrecer para siempre una vida.
Es cierto que en vacaciones, en tiempo de relax, tenemos todo el tiempo del mundo para hablar con los nuestros, para contar todo lo que hemos dejado de contar por falta de ese tiempo, para vaciar el alma de pensamientos. Sin embargo cualquier momento del año es tiempo de palabras, tiempo de actualizar y enriquecer nuestro vocabulario con nuevas palabras, tiempo de limpiar nuestro disco duro, de abrir cajones estancos… mientras tengamos palabras pendientes, conversaciones pendientes y temas pendientes no encontraremos la paz.
Y ese día, el día en que dejamos que las palabras curen, el día en que somos conscientes de que la huella que dejan algunas palabras no es una cicatriz, que la sinceridad y la honestidad van unidas siempre a una comunicación fluida, ese día puede que no sea el día más importante de nuestra vida, pero sí que puede ser un día perfecto.
“Nunca sabes que el día más importante de tu vida es el más importante hasta que lo vives. No reconoces el día más importante de tu vida hasta que estás dentro de él. El día que te entregas a algo o alguien, el día que te rompen el corazón. El día que conoces a tu alma gemela. El día en que te das cuenta que no hay casi tiempo porque quieres vivir para siempre. Esos son los días más perfectos” (Izzie Stevens – Anatomía de Grey)