Saltar al contenido

Ni frio, ni calor, pero siempre con estilo

    Ana Olid / Firma Invitada

    Superponer no es amontonar. Vestir en capas, cuando se hace con estrategia, realza la imagen personal y permite expresar estilo, personalidad y armonía de una forma única. No se trata solo de abrigarse, sino de construir visualmente una silueta con estructura, textura y profundidad.

    Una camisa blanca de base, un suéter liviano encima, un blazer o abrigo largo para cerrar. Cada capa aporta algo: un volumen, una línea, un contraste. Y en esa construcción está la magia.

    • Una persona de hombros estrechos puede realzar su estructura con hombreras sutiles o capas con volumen en la parte superior.
    • Quien tiene una silueta más recta puede marcar cintura con cinturones por encima de tapados o bufandas anudadas estratégicamente.
    • Para rostros y cuerpos con líneas suaves, los tejidos estructurados (como el paño o el cuero) aportan presencia. Para fisonomías más marcadas, los géneros fluidos equilibran con movimiento.

    La clave está en el equilibrio visual: saber qué zonas queremos destacar, qué zonas preferimos suavizar, y cómo dialogan las proporciones en el conjunto total.

    Otoño e invierno nos regalan la posibilidad de jugar con texturas que el verano no permite. Punto grueso, lana, terciopelo, cuero, denim, gabardina, tweed, satén opaco… Cada tejido tiene una carga visual y sensorial distinta. Mezclarlos no solo genera interés visual, sino también refuerza el mensaje que quieres transmitir con tu imagen.

    ¿Quieres comunicar autoridad? Estructura, rigidez, líneas marcadas. ¿Buscas cercanía o suavidad? Tejidos mullidos, caídas fluidas, capas envolventes.

    Aquí también entra en juego la colorimetría, porque cada textura refleja la luz de una forma distinta. Un mismo tono camel en lana opaca no se ve igual que en seda mate o cuero. Por eso, conocer tus tonos ideales y tus contrastes personales puede ayudarte a elegir no solo el color correcto, sino la textura adecuada para tu piel, tu energía y tu estilo.

    Vestir bien en otoño/invierno no significa disfrazarse ni caer en la rigidez. Al contrario: se trata de encontrar un punto donde el estilo se vuelve una extensión natural de una misma. Y justamente por eso, estas estaciones invitan a afinar la mirada: a observar qué cortes nos favorecen, qué estructuras nos realzan, y qué combinaciones reflejan lo que queremos proyectar.

    Porque la elegancia no siempre está en lo evidente. A veces está en una capa colocada con intención, en un abrigo que cae en el punto justo, en cómo los colores se ordenan y equilibran en un solo vistazo.

    En la asesoría de imagen hablamos de comunicación no verbal. Y el entretiempo, seguido de las temporadas frías, es el momento en que esa comunicación se vuelve más rica, más visual, más expresiva. Porque ya no dependemos de una sola prenda para decir quiénes somos, sino de una secuencia de capas, líneas, pesos y texturas que, bien combinadas, construyen una imagen poderosa y coherente.

    En medio de temperaturas variables, colores en transición y días impredecibles, dime sí puedes decidir cómo te muestras al mundo. A través del autoconocimiento, de elegir prendas que dialogan con tu rostro, tu cuerpo, tu energía y tu estilo, puedes hacer del entretiempo una etapa de inspiración, no de frustración.

    Y cuando el frío finalmente se instala, no lo veas como un reto, sino como una invitación. A explorar nuevas siluetas. A jugar con superposiciones. A crear tu versión más refinada, más intencional, más vos.

    Porque sí: otoño e invierno son las estaciones más elegantes del año, y son también una oportunidad para construir una imagen personal sólida, auténtica y con sello propio.

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    Diseño web por XYZ Comunicación