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No hay nada como un aroma para hacernos recordar a una persona, un momento, un lugar. De nuestros sentidos, el olfato es el que más conectado está a la memoria y nos hacen revivir momentos especiales vividos en el pasado.
Es fundamental elegir un perfume para cada ocasión, de esa elección puede depender el éxito o fracaso en una cita, una entrevista de trabajo o cualquier otro evento ya sea familiar o profesional, está demostrado que psicológicamente el uso del perfume, mejora la autoestima y favorece las relaciones sociales.
A lo largo de la historia y en todas las civilizaciones se ha demostrado la importancia del uso del perfume. En la prehistoria se quemaban maderas aromáticas para complacer a los dioses, los griegos, egipcios y mesopotámicos convertían el hecho de perfumarse en todo un ritual.
El imperio romano fue decisivo en la expansión de esta costumbre, sin embargo fueron los árabes los que propagaron el uso de las nuevas esencias por todo el mundo.
En el renacimiento los perfumes se vuelven más refinados hasta convertirlo en un arte bajo la corte de Luis XV en Francia.
El proceso de elaboración del aroma de un perfume puede prolongarse por años, los expertos realizan distintas mezclas de aceites esenciales con alcohol para diluirlos, es ésta cantidad la que determina si será agua de colonia, colonia o perfume.
La base fundamental de un perfume son las esencias florales, existen diferentes procedimientos para extraer las fragancias:
Hay marcas como Chanel, que son dueños de sus propios campos de flores para asegurarse no solo la producción, sino también que esas esencias tienen una “denominación de origen” parecida a la de los vinos.
La recolección es un proceso muy delicado para garantizar que el siguiente paso, la extracción de los aceites florales, se haga con precisión para conseguir la excelencia en el producto final.
El perfume se guarda en una zona oscura y fría de varios meses a un año, este proceso de envejecimiento es el que ayuda a definir la mezcla de alcohol y aceites esenciales.
El método es el más empleado para hierbas como lavanda, tomillo, sándalo, mimosa y algunas flores como rosas. La parte que contenga la esencia, ya sea hoja, raíz, flor, corteza de árbol, se machaca y se introduce en el alambique con la suficiente agua para cubrirla, al cabo de unas horas, el aceite esencial es arrastrado por el vapor de agua.
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Utilizada para fragancias cítricas como la naranja, bergamota o cidra. Se exprime la cáscara para recoger el aceite.
Es el utilizado en flores delicadas como el jazmín, se impregnan las hojas de sustancias grasas que absorben el perfume y después se extrae ese aceite oleoso diluyéndolo con alcohol.
Cada piel reacciona de forma diferente ante el mismo perfume, por eso es importante personalizar nuestra fragancia favorita y prestar atención al resultado según el lugar del cuerpo donde lo apliquemos.
Los puntos de pulso son claves para expandir la fragancia: sienes, base del cuello y parte interna de las muñecas y codos. Como en casi todo lo relacionado con la elegancia menos es más: un exceso de perfume puede provocar malestar al entorno y dejar un mal recuerdo.
Los enamorados y fieles a un perfume en particular pueden utilizarlo de varias formas diferentes. Si el perfume es muy caro, se puede reemplazar con alguna imitación o con otras fragancias que contengan las mismas notas para probarlo de manera novedosa:
Nunca aplicar sobre joyería, ya que se reduce su brillo y se altera su capa externa y en el caso particular de las perlas, se pueden decolorar.
En momentos determinados, un estado de ánimo puede cambiar gracias a la aromaterapia:
Revitalizantes: Naranja, limón, pino y romero nos activaran en momentos de cansancio.
Relajantes: Calone, una fragancia utilizada para aromas oceánicos, vainilla o lavanda.
Charles M. Schwab dijo que “perfume y personalidad están relacionados en un ida y vuelta permanente” y hacerlos coincidir es un arte sutil que requiere fijar la atención en la forma en la que nos relacionamos con el mundo.
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