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Saber estar a la altura de las circunstancias

    Firma Invitada: Mercedes Ruiz López

    «La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo» (Paulo Freire)

    En muchas ocasiones hemos oído eso de: “el sentido común es el menos común de los sentidos”, sin embargo es el más repartido porque todos pensamos que lo tenemos aunque solo hay que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de la escasez del mismo no solo en la sociedad actual, sino que en situaciones extremas como la que vivimos en este momento parece que se acentúa esa ausencia de sentido común.

    En algún momento todos hemos podido sentir que no hemos sabido estar a la altura en cualquier acontecimiento de nuestra vida, ya sea personal o laboral. Por eso nunca viene mal recordar como podemos o debemos actuar ante una situación imprevista.

    La buena educación y la cultura no se hereda, sino que es algo que aprendemos a lo largo de nuestra vida siempre y cuando estemos dispuestos a ello. Lo que vemos en casa no es solo una buena base, sino que es en el entorno familiar donde se cimientan los valores morales que nos acompañaran el resto de nuestra vida, pero no hay que olvidar que no sirve de nada «ser hijo de»…para asegurarnos ser una persona bien educada, éste es un ejercicio de actitud, comportamiento y consideración hacia los demás que debe perdurar en el tiempo.

    En cuestión de educación ¿todo vale? Por supuesto que NO. El comportamiento de muchas personas que se olvidan de las reglas básicas de la buena educación y convivencia haciendo lo que quieren en cada momento, deja mucho que desear y favorece el evitar futuros encuentros con ellas que nos hagan sentir incómodos: gritar, interrumpir conversaciones, pretender ser el centro de atención, etc. Hay un refrán que nos puede ayudar a reflexionar si nos vemos envueltos en alguna situación que nos haga dudar donde están los límites de lo politicamente correcto: “quien hace lo que quiere, no hace lo que debe”

    Si pudiéramos destacar tres virtudes que todos deberíamos aplicar sobre todo en público, serían la discreción, prudencia y templanza. tanto a la hora de vestir como en nuestro comportamiento. En alguna ocasión nos hemos encontrado con alguna situación embarazosa donde algún interlocutor pretende imponer su criterio subiendo el tono de voz o impidiendo la opinión de los demás.

    Una persona que consigue dominar sus impulsos primarios, que no pierde la compostura, que es capaz de conseguir mantener la frialdad frente a una situación tensa, tiene la batalla ganada. Los gritos no conducen a nada, muchas veces perdemos la razón por las formas en que intentamos explicar nuestra postura. ¿Como actuar? Un buen truco es bajar nuestro tono de voz hasta el límite, de esta forma, puede ser que la persona que con tanta vehemencia defiende su postura, comprenda que no está actuando con respeto hacia los demás.

    Saber hablar, saber escuchar, saber callar, ¿qué es más difícil?

    Personalmente el orden seria el siguiente: SABER ESCUCHAR, SABER CALLAR Y SABER HABLAR. Aunque el arte de la oratoria y ser un buen conversador no es tarea fácil, sin duda puede aprenderse, el saber escuchar atentamente, sin interrumpir, haciendo interesante la conversación de tu interlocutor es un trabajo mucho más difícil. Para ser buen orador, hay que ser un buen oyente, ya que es la mejor forma de aprender y adquirir conocimientos. Igual que la lectura diaria nos facilita ampliar nuestro vocabulario y abrir la mente, el saber escuchar nos permite aprender como modular nuestra voz, como adquirir determinados tics que capten la atención de los demás etc. He dejado para el final el saber callar, porque pienso que forma parte indispensable de la buena educación: el cotilleo gratuito te hace perder puntos ante tus amigos, compañeros de trabajo y familiares. Traicionar la confidencialidad es algo que te hace perder la confianza de forma definitiva por parte de los demás.

    Hace tiempo descubrí que sí existe la formula perfecta de la buena educación:

    Formula R.E.S, el secreto del saber estar en tres palabras.

    R.E.S. (Respeto, Educación y Sentido Común), aplicada a la vida cotidiana: familiar, profesional y personal, nos hará saber estar a la altura de las circunstancias, sean las que sean.

    Respeto a los mayores, a otras culturas, otras religiones, otras opciones políticas, otros equipos de fútbol… El respeto favorece la buena convivencia y si no respetamos corremos el riesgo de NO ser respetados.

    Educación: La escuela forma, los padres educamos. Por eso la semilla debemos ponerla desde el principio. Se educa todos los días, en la mesa, en la calle, en un restaurante… por eso el buen ejemplo debería primar sobre cualquier otro conocimiento.

    Sentido común: Aunque como hemos dicho al principio es el menos común de los sentidos, podríamos definirlo como la facultad para resolver como actuar ante cualquier situación que se nos presente, sobre todo si es de forma imprevista. La experiencia unida al ingenio nos puede ayudar a tomar el camino correcto.

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