Firma Invitada: Mercedes Ruiz
“El hombre tiene el poder de cambiar una condición desfavorable, agitando la varita mágica de sus palabras” (Florence Scovel Shinn)
Ampliando y profundizando en el conjunto de habilidades sociales, es decir los recursos que aprendemos a lo largo de nuestra vida para desenvolvernos en sociedad, hoy vamos a definir un concepto que sin duda alguna es uno de los más importantes sobre todo en estos momentos tan complicados que vivimos y en los que en muchas ocasiones necesitamos expresar lo que queremos, necesitamos y sentimos pero de una de de una forma elegante, sin que los demás puedan sentirse incómodos.
Podemos definir asertividad como la “habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás”.
Efectivamente, siempre hemos oído aquello de no es lo que se dice, sino cómo se dice. Pues bien, haciendo una síntesis del concepto de asertividad, ese sería el resultado. Como decía Aristóteles, “la virtud esta en el término medio” y encontrar ese término medio es una de las tareas más complicadas a las que enfrentarnos para conseguir saber estar de la mejor manera en cualquier situación. Si realmente encontramos problemas a la hora de expresarnos de la mejor forma, hay que recurrir a profesionales de la psicológica que con sus consejos nos ayudaran a reconducirnos en este sentido y nos facilitaran nuestras relaciones sociales.
A la hora de definirnos fácilmente podemos situarnos en alguno de los estilos de comunicación: Pasivo, agresivo y asertivo.
Si normalmente te cuesta dar tu opinión por miedo al qué dirán o pensarán, si en una reunión de amigos, profesional o familiar eres de los que te mantienes callado porque piensas que nadie valora tu punto de vista, sin duda alguna puedes enmarcarte dentro del estilo pasivo o no asertivo. Esta situación a la larga nos genera una bajada de autoestima y el efecto rebote, que nos puede hacer que tengamos periodos cortos en los que pasemos de pasivos a agresivos.
El estilo agresivo, es sin duda alguna poco o nada socialmente aceptado, la persona intenta imponer su criterio sin posibilidad de negociación y sí de discusión. Este estilo de comunicación no significa que quieran dañar al interlocutor, simplemente y aunque parezca lo contrario son sujetos que tienen como pendiente la asignatura de socialización en la academia de habilidades sociales.
Las personas que aprenden a desarrollar de forma correcta esta habilidad social, las personas asertivas, consiguen adaptarse a todas las situaciones personales y profesionales que se les presentan, saben expresar su opinión de forma que el interlocutor no sienta menospreciado. No es que consigan lo que se proponen simplemente entrenan de forma productiva esta forma de comunicación y facilitan tanto las relaciones personales como las sociales. Un vendedor está perfectamente entrenado en técnicas de asertividad de forma que consigue que el cliente salga del comercio con la sensación de que necesitaba el producto que le han vendido.
Como hemos dicho al principio “en el término medio siempre está la virtud”, en el equilibrio de nuestras opiniones es donde encontraremos realmente nuestra zona de confort, la que nos permita ser nosotros mismos sin hacer daño a los demás.
De nada sirve intentar imponer nuestro criterio cuando la persona que tenemos enfrente está pasando un mal momento personal o emocional. Hay ocasiones en las que es “políticamente correcto” reservarnos nuestra opinión, nuestra sincera opinión para cuando esta persona esté perfectamente capacitada para escucharla. Desde el punto de vista empresarial, si somos empleados nunca debemos expresar abiertamente nuestra opinión a nuestros superiores, incluso cuando ellos nos lo piden. El recurso de la diplomacia es el más socorrido en estas situaciones. A veces la sinceridad está sobrevalorada y en ocasiones nos puede traer algún que otro inconveniente a la hora de hacerla efectiva.
Aprender a comunicarnos de forma asertiva es una de las habilidades sociales para las que debemos entrenar a diario, bien a solas o buscando ayuda de profesionales que nos pongan en el buen camino.