Firma Invitada: Mercedes Ruiz
Nadie logra mentir, nadie logra ocultar nada cuando mira directo a los ojos (Paulo Coelho)
“Un gesto vale más que mil palabras” muchas son las veces que hemos oído esta expresión y efectivamente si fuéramos conscientes de las señales que emitimos sin utilizar la palabra, profundizaríamos más sobre esta ciencia llamada Quinesia.
Llamamos así al conjunto de movimientos y expresiones corporales que de forma involuntaria y espontánea todos utilizamos a la hora de comunicarnos, bien sea en una conversación a dos o en grupo. Este lenguaje gestual, nos ayuda a reforzar el mensaje verbal y en muchas ocasiones se convierte en una poderosa arma de seducción de la que tantas veces también hemos tenido conocimiento y es posible potenciarla con fáciles ejercicios, voluntad y ganas de superación.
Cuando tomamos conciencia de la importancia de la comunicación no verbal, podemos tomar tres posturas diferentes: tratar de controlar estos movimientos para no ser demasiado predecibles, liberarnos e utilizar este conocimiento para reforzar lo que queremos comunicar o despreocuparnos del tema sin darle el sitio que se merece.
Aunque todos los gestos son importantes en una conversación nos centraremos en la mirada, las manos, las piernas y los gestos desafortunados que pueden delatarnos.
Mirada
Nuestra mirada es la que puede expresar nuestros sentimientos más íntimos. Siempre se ha dicho que los ojos no mienten y observando a nuestro interlocutor podemos averiguar si lo que nos dice con palabras se corresponde con su mirada.
Una persona extrovertida aguanta siempre la mirada, aguantar la mirada no es sinónimo de fijarla, esto puede interpretarse como un desafío, incluso en el reino animal, se interpreta de esta manera.
Normalmente las personas mentirosas raramente miran a los ojos, desvían la mirada a un lado u otro para evitar enfrentarse. Por el contrario cuando estamos seguros de lo que decimos no tenemos inconveniente en mirar directamente a los ojos para de esta forma reforzar lo que queremos contar.
Una persona desconfiada mira siempre de reojo, nunca de frente. Si a lo largo de una conversación bajamos o bajan la mirada puede interpretarse como un signo de timidez o modestia. En algunas culturas puede interpretarse como un signo de sumisión.
Las pupilas son las grandes chivatas de los ojos, se dilatan cuando estamos receptivas o algo nos gusta y se contraen cuando tenemos miedo o una situación nos incomoda.
Manos
Los latinos hablamos con las manos, gesticulamos y muchas veces somos mucho más comunicativos con ellas que con la palabra:
Jugar con las manos puede demostrar nerviosismo. Si las frotamos queremos expresar el deseo de triunfo.
Si las apoyamos en el regazo con las palmas hacia arriba demostramos una actitud abierta hacia los demás, cuando entrelazamos los dedos y mostramos nuestra mejor sonrisa, podemos demostrar dos cosas: o que estamos encantados con la situación o que ocultamos una frustración por el resultado (risa/sonrisa nerviosa). Las personas avariciosas no suelen evitar frotar los dedos índice y pulgar a la hora de hablar de dinero, es uno de los gestos que deberíamos erradicar.
Si la persona que tenemos enfrente adopta una postura de triángulo con las manos, nos está demostrando que es un gran líder de los negocios
El apretón de manos firme y mirando a los ojos demuestra una gran autoestima y seguridad.
Cruzar los brazos denota actitud defensiva y negativa. Los políticos suelen cruzar los brazos colocándose el reloj, los puños de la camisa, etc.
Piernas
Dicen que cuanto más lejos del cerebro se encuentre una parte del cuerpo, menos conscientes somos de la información que ésta puede darnos. Las piernas han evolucionado para avanzar hacia lo que deseamos y huir de lo que no queremos por eso la forma en que cruzamos las piernas nos da una idea muy aproximada de si nuestro interlocutor quiere continuar con la conversación o terminarla.
El cruce de piernas tiene el mismo significado que el cruce de brazos: defensa y protección. Balancear uno de los pies expresa una actitud de aburrimiento o nerviosismo por impaciencia. Un cruce de tobillos indica inseguridad.
Sonrisa
Y para terminar no olvidemos la sonrisa, través de ella, se transmite alegría, felicidad y simpatía, es contagiosa y ayuda a relajar la tensión. Sonríe al saludar y al despedirte.
La sonrisa, si es sincera, es probablemente la mejor carta de presentación que tenemos.